Origen de los buñuelos
El origen del buñuelo es una incógnita, podría ser una variación de los «puñuelos», unas bolas que amasaban los romanos. También se habla de su origen árabe del buñuelo, habiéndose comenzado a propagar al sur de la península por vendedores ambulantes, que popularizaron el consumo de los buñuelos cubiertos de miel. Por otro lado, de que la palabra «buñuelo» podría venir del francés beignet (bulto, protuberancia).
En algunas zonas de España, se les llama Buñuelos de Cuaresma, aunque también reciben otros nombres, como Buñuelos de Ampurdán (la comarca de Gerona), ya que allí son muy típicos y su receta se ha propagado a otras regiones. También existen los «buñuelos de viento», en forma de bola y que, una vez fritos, se rellenan de crema.
En ciertos países como Cuba, Ecuador, Colombia y México, los buñuelos forman parte de la tradición navideña, y tienen diferentes ingredientes y formas según la región. En Italia, Francia o Croacia también son dulces relacionados con celebraciones. Aunque en España tradicionalmente se comían durante todo el año, se asocian especialmente a la Semana Santa.
¿Por qué se comen buñuelos en Semana Santa?
Tanto los buñuelos, como las torrijas, los pestiños o el arroz con leche, según el área geográfica, son dulces típicos de Semana Santa. Estos dulces se asocian a esta época del año porque antiguamente eran muy consumidos durante la Cuaresma, el periodo de 40 días entre el Miércoles de Ceniza al Domingo de Ramos. De ahí que en muchas regiones españolas se les llame «Buñuelos de Cuaresma».
Este periodo de ayuno y abstinencia ya no se cumple tan tajantemente en la actualidad, pero tened en cuenta que, hace siglos, era de absolutamente obligado complimiento. Es decir, excepto los domingos, solo se realizaba una única comida principal al día. El Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo son los dos días que debía practicarse tanto el ayuno (solo una comida) como la abstinencia (no comer carne).
A los jornaleros que trabajaban de sol a sol sí se les permitía ingerir, para tener un mayor aporte energético, algunas pequeña porciones de alimentos elaboradas con huevos, leche (de almendras, para evitar el origen animal), harina o miel. Ahí surgió la costumbre de elaborar con más frecuencia este tipo de dulces durante esta época.
Receta de Buñuelos de Cuaresma
La elaboración de los Buñuelos es muy muy sencilla:
1. Preparación previa
En un recipiente ancho, lo suficiente para poder realizar la masa, vertemos la levadura en la leche. Añadimos el aceite, el licor de anís, el azúcar de panela y las dos yemas de huevo. Mezclamos bien y vamos incorporando la ralladura del medio limón, la canela y la sal. Continuamos mezclando todo hasta que quede bien mezclado.
2. Elevar la masa y reposar
Incorporamos la harina tamizada y lo amasamos hasta que nos quede una masa fina. Cogemos las dos claras de huevo montadas a punto de nieve y las integramos con cuidado de que no se bajen. Para ello, te recomendamos movimientos circulares de abajo arriba. La masa adquirirá una textura pegajosa.
La dejamos reposar al menos una hora en un lugar cálido, tapada con un paño o papel film (para evitar corrientes de aire) hasta que su volumen aumente el doble.
3. Freír los buñuelos en aceite muy caliente
Hacemos bolas con la masa y calentamos bastante aceite en una cazuela o sartén, la suficiente como para que floten. Así ellos, por su propio peso, cuando estén fritos por un lado, se darán la vuelta. Si no se dan la vuelta de todo, utilizamos una espumadera.
Retiramos y los ponemos sobre un papel de cocina para que empape el aceite sobrante. Antes de que se enfríen, los rebozamos en azúcar (o una mezcla de azúcar y canela) espolvoreando por encima. Si lo deseamos, podemos rellenarlos de crema pastelera (buñuelos de viento).
Servimos en una bandeja para consumir templados. ¡Deliciosos!
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